Tiempo seco, disminución, desviación o anomalía en la cantidad de lluvia o precipitaciones son términos que suelen utilizarse en las definiciones de “sequía”. Pero, ¿realmente la sequía es “anormal”, un fenómeno extraño, un evento inesperado de consecuencias devastadoras? ¿O es un fenómeno “normal”, predecible y, por tanto, gestionable?
No existe una definición de sequía aceptada universalmente (se han llegado a constatar más de 150 definiciones diferentes), hasta el punto de que pueden plantearse y convivir en la documentación de un mismo organismo encargado de la gestión del agua definiciones que en algunos aspectos parecen ser esencialmente contradictorias.
En la web del Ministerio para la transición ecológica y el reto demográfico, por ejemplo, se define sequía como “una anomalía transitoria, más o menos prolongada, caracterizada por un periodo de tiempo con valores de las precipitaciones inferiores a los normales en el área”.
En otra sección de la misma web (observatorio nacional de la sequía), también podemos leer que “la sequía es un fenómeno normal y recurrente en el clima de España”, un “fenómeno natural independiente de la utilización del agua por el ser humano”.
Sin embargo, la sequía o es una anomalía (“cambio o desviación respecto de lo que es normal, regular, natural o previsible), tal como se afirma en la primera definición, o es un “fenómeno normal y recurrente”, como se describe en la segunda.
La diferencia entre ambas definiciones resulta esencial.
En primer lugar, porque no disponer y compartir una definición objetiva y precisa de sequía quizás no siempre permita llevar a cabo la gestión más adecuada, no del evento en sí (precipitaciones por debajo de la media en tiempo y lugar), si no de sus consecuencias para el medio ambiente, la agricultura, la industria y el consumo humano.
En segundo lugar, porque si la sequía es una situación “normal” y “recurrente” en determinadas zonas o regiones, podemos estudiar a fondo el fenómeno, anticipar escenarios, planificar soluciones y vincular la situación con la explotación de los recursos hídricos por parte del ser humano.
Pero si la sequía es una “anomalía” (es decir, «una situación distinta de lo común o que se aparta de su estado natural o de las condiciones que le son inherentes») probablemente solo podremos actuar sobre sus efectos una vez los estemos padeciendo.
Sabemos que durante el siglo XX se produjeron en Europa 45 importantes eventos de sequía que afectaron a millones de personas y provocaron pérdidas económicas millonarias, especialmente en la península ibérica donde, en el último siglo, más de las mitad de los años han sido secos o muy secos, con periodos cada vez más cortos entre sequías y con una duración más intensa.
Para los expertos independientes, el “desafío no es la sequía”, entendida como “disminución temporal de precipitaciones”, sino la escasez, es decir, el déficit vinculado con la explotación, el consumo intensivo habitual, que muy a menudo excede lo que se podrían considerar los limites razonables.
“La sequía es intrínseca, la gestión de la normalidad es la cuestión porque, en normalidad, tenemos problemas de sobrexplotación y cuando llega la sequía natural no tenemos margen de actuación”, explica Nuria Hernández Mora, investigadora de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
Reserva hídrica española: al 49,5 por ciento de su capacidad (31-05-2022)
A 31/05/2022 la reserva hídrica en España no llega a la mitad de la capacidad total de los embalses.
- Los embalses almacenan actualmente 27.814 hectómetros cúbicos (hm³) de agua.
- La reserva hídrica en España se sitúa en el 49,5%.
- Las reservas han disminuido en la última semana en 291 hectómetros cúbicos (el 0,5 por ciento de la capacidad total actual de los embalses).
- La Xunta mantiene la pre alerta por sequía en 12 de los 19 sistemas de abastecimiento de la demarcación hidrográfica de Galicia-Costa.
- El Consejo Insular de Aguas de El Hierro ha declarado la “emergencia hídrica en la isla, situación de especial sequía”.
Mientras la capacidad de los embalses está en el Cantábrico Oriental al 89,0%, las cuencas internas de Cataluña están al 59,4%, las cuencas del Guadiana, el Guadalquivir o Guadalete-Barbate apenas superan el 30%.
Software de predicción y control de sequías e inundaciones
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La gestión óptima del agua, estar en disposición de llevar a cabo actuaciones planificadas a medio y corto plazo, requiere de un conocimiento precisoque tenga en cuenta tanto los fenómenos físicos como los derivados de la acción humana, y permita una previsión de lo que puede llegar a ocurrir en horas, días o meses en cada uno de los puntos del río o del acuífero.
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