¿Agua No Registrada? Fugas, fraudes, consumos no medidos y errores de subcontaje en tiempos de sequía

La sequía meteorológica y las altas temperaturas están provocando que municipios de varias comunidades autónomas españolas se vean en la necesidad de imponer restricciones y límites al consumo para hacer frente a la acuciante falta de agua. Sin embargo, las pérdidas de agua potable en la red urbana se sitúan de media en el 23%, un porcentaje que se mantiene casi idéntico a lo largo de los últimos diez años.

El Agua No Registrada (ANR), el indicador de eficiencia de las redes de abastecimiento de agua más extendido del mundo, es la diferencia entre el agua suministrada al sistema de distribución y el agua finalmente registrada en los contadores de los usuarios.

Según un estudio del Banco Mundial, el nivel de Agua No Registrada supone en el mundo entre el 30 y el 35 % de media del agua potable introducida en las redes de distribución, con máximos que pueden alcanzar el 70%.

En España, en 2012 se estimó en un 24% el volumen del Agua No Registrada, es decir, del agua tratada y limpia que una vez vertida al sistema de distribución urbano se pierde o no se contabiliza como consumida.

Diez años después, los últimas estimaciones indican que el porcentaje anual de agua no registrada se mantiene prácticamente idéntico: “desaparece” un 23% del agua preparada para el consumo humano introducida en el ciclo urbano , tanto por pérdidas físicas reales (fugas) o por consumos no autorizados (fraudes), como por consumos autorizados pero no medidos o por errores de medida (subcontaje).

“En España, el porcentaje de agua perdida en las redes de suministro urbano se mantiene casi idéntico en los últimos 10 años”

Las lluvias acumuladas en el conjunto de España desde el 1 de octubre de 2021 (cuando comenzó el año hidrológico), hasta el 2 de agosto se sitúan un 30% por debajo de los valores normales.

Concretamente, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se ha recogido una precipitación media de 447 litros por metro cuadrado, cuando los valores normales respecto al período de referencia (1981-2010) fueron 643 litros.

Como consecuencia de la falta continuada de lluvias y del calor extremo, los embalses españoles han visto reducidas sus reservas hasta situarse por debajo del 40% (20 puntos menos que la media de la última década), según datos del último Boletín Hidrológico publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco).

Las restricciones se han ido extendiendo por el país: en comunidades como Andalucía, Galicia, Cataluña, Cantabria, Castilla y León o Navarra la falta de agua está afectando directamente a los usuarios: cortes nocturnos de suministro, cierre de duchas en las playas, prohibición de regar jardines, de llenar piscinas o de lavar coches y límites en el consumo diario son algunas de las medidas puestas en marcha.

En Catalunya, por ejemplo, la Generalitat ha limitado el consumo de agua a 200 litros por persona al día por ahora en hasta 150 municipios, mientras las dos desalinizadoras, una de ellas de las mayores de Europa, han incrementado la producción y se acercan al cien por cien de su capacidad a fin de abastecer a más de cinco millones de personas.

En algunas zonas de Galicia, donde los niveles de los ríos están «en los índices más bajos desde que se tienen registros”, según las autoridades locales existe una «amenaza real» de desabastecimiento de agua.

A corto plazo, mientras dure esta situación, resulta tan necesario como inevitable tomar medidas que minimicen las consecuencias de la escasez de agua.

Pero a medio y largo plazo, con un prolongado déficit de lluvias y con temperaturas estivales muy por encima de la media, que en España se pierda 1 cada 4 litros de agua en las redes de distribución del ciclo urbano obliga a tomar nuevas medidas, algunas de ellas innovadoras, que permitan llevar a cabo un mayor control sobre el consumo de agua que permita reducir el desperdicio de agua de calidad.

«Del total de agua destinada al abastecimiento del ciclo urbano, casi 1 litro de cada 4 se pierde a través de las redes de distribución«

En las circunstancias actuales, invertir en el mantenimiento de las canalizaciones y aumentar la implantación de sistemas de medición como contadores inteligentes, sistemas de comunicación y plataformas de big data para analizar toda la información recogida resultan medidas imprescindibles para encarar la situación de déficit crónico de agua.

La digitalización del ciclo del agua contribuiría al cumplimiento de los objetivos que marcan las organizaciones internacionales y permitirían un mayor control sobre el agua urbana al facilitar la detección de pérdidas o fugas en las redes de captación y distribución.

Neurite Lab: Especialización, tecnología e innovación, con más de 30 años de experiencia trabajando con confederaciones hidrográficas y empresas suministradoras.

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